Por Verónica Figarella
Sin lugar
a dudas la salsa genera pasiones. A nosotros los latinos nos encanta bailarla y
sentir sus letras recorrernos el alma. Es nuestra carta de presentación en el
mundo y gracias a ella tenemos un claro espacio en el inconsciente colectivo
global moderno distinto a la pobreza y al subdesarrollo. Yo me convertí en una
de sus fieles adeptas gracias al carnaval de salsa clásica que mi padre
reproducía sin parar en los largos viajes al oriente del país en la época de
los ochenta. Rubén, Willie, Celia, Oscar, Papo y Cheo nos arrullaban en las
colas hacia el puerto, pero sobre todos mi papá prefería a Héctor “La Voz” -
Héctor Lavoe.
Y así
crecí, con este amor por lo nuestro y con muchas ganas de oír en vivo a quien
fue considerado el “cantante de los cantantes”, atrevido, mártir, desafiante:
“el malo”, entregado a su público y cuya salida del mundo físico se conmemora
cada 29 de Junio.
En mi
calidad de fanática empedernida, aplaudí la iniciativa de Marc Anthony y
Jennifer López de contar la historia de El Cantante a través de un resumen
hollywoodense, de esos que sustituyen los libros y las entrevistas y le sirven
a los artistas de palco para exhibir una vez más sus dotes musicales. Demoré mi
ida a ver la película a causa del torbellino de críticas que recibió el film y
casi al final de su temporada en cartelera
decidí asistir a su última
función un día jueves. Éramos pocos en
la sala y yo andaba sola.
Me extrañó
que habiendo tantos espacios libres se sentara justo a mi lado un señor con
gafas oscuras al mejor estilo Piloto de Ray-Ban, tal como Tom Cruise en Top
Gun. En ese momento pensé: “será alguno
igual o más fanático que yo que se viene al cine disfrazado de Lavoe” pero no
reparé en el detalle de su figura y procedí al ritual de las cotufas, los
comerciales y el film.
Recorrí la
película entre llanto y lirica, coreando las canciones y tratando de no
juzgarla hasta el final. Debo confesar que la insistencia en el tema de las
drogas me dejó un sinsabor innecesario y además preguntándome ¿qué necesidad
había de recordar a Lavoe por su adicción a la cocaína?
Consternada
antes de levantarme y leyendo los créditos con la mirada perdida, mi compañero
misterioso me pregunta: “¿te gustó la
película?” ; a lo que después de una pausa corta respondí: “creo que le faltó
la parte humana de Héctor, me pareció muy negativa”. Mientras caminábamos fuera
de la sala éste hombre me decía “es que
Héctor tuvo mucho por lo que llorar en vida pero así como sufrió así trajo
alegría al mundo en cada concierto, en cada canción nueva”.
Al verlo
bajo la luz blanca fuera de la sala de cine, noté que era un hombre de más de
60 años que seguramente vivió los años dorados
de la salsa brava – la que cantaba Héctor – y no perdí la oportunidad
para rogarle minutos de su tiempo y conocer más sobre aquella época. Le
pregunté si podíamos tomarnos un café mientras yo le hacía algunas preguntas y
él acepto.
Nos
instalamos en un local comercial fuera de los cines en un espacio al aire libre
para que mi acompañante pudiera fumar. En ningún momento removió los lentes de
su cara de modo que me fui acostumbrando a la idea de no poder verle a los ojos
durante nuestra conversación.
- Entonces
cuénteme, ¿estaba involucrado con el tema de la salsa en los años en que Héctor
todavía hacía sus shows en vivo?
- ¡Que si
estaba involucrado!, oye tú. Me involucré demás… Desde que estaba chiquito allá en Ponce, lo
único que sabía era de cantar. Mi papá me metió en clases de música clásica y
yo a esas iba de vez en cuando, cuando me provocaba. Yo nunca fui bueno con las
reglas… A mí me gustaba era cantar en la calle, en el barrio, con la gente. Yo
era fanático de Cheito el de Bayamón que cantaba esa música jíbara que honraba
a la isla hermosa. También canté la plena, y mira que si la canté, tú ve… ¡qué
tiempos más buenos! - encendió un
cigarrillo y se quedó meditando sobre el humo, como quién añora disfrutar de un
tiempo que fue mejor pero que en el momento no se valoró.
Decidí
interrumpir la meditación para seguir indagando sobre su conocimiento salsero.
La verdad me moría de ganas por conocer más sobre Héctor.
- ¿Y alguna vez lo vio en vivo?
- ¡Claro! Fui a todas y cada una de sus
presentaciones.
- ¿Trabajaba con él?
- Vamos a decir que sí, yo trabajé con
él.
- ¡Qué honor! No lo puedo creer - exclamé en sublime admiración -. ¡Cuénteme,
cuénteme! ¿Cómo lo recuerda? Dígame
algún secreto - y sonreí pícaramente.
Rió a
carcajadas y dijo:
– Claro que sí, él era un hombre de pocas
palabras fuera de sus canciones. Lleno de chispa y buen humor, con un espíritu
más fuerte que su cuerpo. Te puedo contar varios secretos. Él admiraba
profundamente a Maleo ¿sabes quién es Maelo?
- Por su puesto, Ismael Rivero –
respondí inmediatamente.
- A Maelo siempre le oía los consejos.
Héctor era juguetón, una vez íbamos en un autobús de gira con todas las
estrellas de la Fania y Cheo Feliciano se quedó dormido – sonrió abiertamente-. Entonces le agarró los cosméticos a Celia y
le pintó la cara a Cheo como un payaso, ja ja ja ja… Cheo estaba furioso - siguió riendo hasta que la sonrisa se volvió
un suspiro nostálgico, no dijo nada más.
Yo para
romper este silencio incómodo volví al tema de la película El Cantante.
- Y dígame, ¿entonces le pareció que la
película le hace justicia al personaje?
- No me gustó lo que vi. Me recordó una
época muy mala de Héctor. Además no sale nada del primer niño que tuvo Héctor.
Te digo algo, La Cuchi tampoco tenía tanto protagonismo. Es más, ¡Lavoe y La
Cuchi nunca se casaron! Éstos payasos de los medios, siempre haciendo lo
imposible pa’que el Malo aparezca.
- ¿Quién es el Malo?
- Al Malo lo llevamos todos por dentro…
Cuando Héctor se portaba mal, llegaba tarde a los conciertos, le decía de todo
al público y el público se lo perdonaba, lo esperaban paciente. Si no aparecía
para una función y al día siguiente había otra, entonces la gente iba otra vez
a verlo esperando que esta vez apareciera,
¿de dónde tú crees que salió lo de Salsa Brava?... lo que Héctor cantaba lo llamaron así cuando
andaba en drogas y llegando tarde. Él cantaba con rabia, con energía, con reclamo…
Cantaba para su público. Toda esa rabia
se la echaba encima él mismo.
- ¿Y Lavoe tenía mucho dinero? Porque
con tanta fama, uno creería que se hizo millonario .
- Desde que tenía 16 que se fue pa’
Nueva Yol empezó a ganar $18 dólares por noche. Eso era una fortuna para un
chiquillo sin responsabilidades. Esa voz…. Esa voz le trajo fama y desgracia.
Pero Héctor era muy noble, él venía de una familia humilde que nunca tuvo
demasiado y él lo que quería era cantar… Si el dinero venía mejor todavía . ¿Tú
sabes cuantos shows hacía en promedio a la semana?
- ¿Tres?...
- ¡Siete¡, muñeca… Siete ¿Qué mortal te aguanta ese trote sin droga?
¡Ninguno!
- ¿Y quién decidía los horarios de los
toques?
- La disquera. Esos sí que eran malos.
Una vez quisimos que Lavoe fuera la imagen de una campaña en contra del consumo
de marihuana y no nos dejaron, la disquera no nos dejó.
- ¡Qué mal! - dije ya con rabia entre los dientes.
Ambos
queríamos mantenernos lejos del tema de las drogas ya que ambos coincidíamos en
que habíamos visto suficiente en la película. Así que continué preguntando:
- ¿Y cómo era la relación con Willie Colón?
- Esos eran inseparables de chiquitos.
Lavoe enseño a Willie a hablar español. Aún después de que Willie se hartó de
la impuntualidad de Lavoe le siguió produciendo los discos. Con el tiempo se
distanciaron, pero se quisieron mucho.
Dejé que
el silencio llenara el espacio. Ya llevábamos media hora conversando y todavía
no habíamos intercambiado nombres, la memoria de La Voz llenaba todos los espacios
con su música.
- A mí siempre me intrigó ese
sufrimiento que rodeaba la vida de Lavoe y más de una vez he deseado que
estuviese vivo, cantando, riendo y gozando. .. Oyó sobre este musical que le
hicieron… el que se llamaba ¿Quién mató a Héctor Lavoe?
- Sí, lo vi. Estuve allí también.
- ¿Y entonces…, quién mato a Héctor
Lavoe?
- Tú me preguntas a mí, y yo te digo
que las circunstancias. La vida lo salvó varias veces porque mira que resistir
a un salto de un noveno piso… ¡vaya que hazaña! A ese hombre lo mató dejar de
cantar. Su adicción no era a la droga, si no el público, su gente y oír su
propia voz. La voz más grande de América en aquellos años de la salsa… Bueno
chiquita, se me acabó el tiempo contigo, mira que ya te dije mucho y yo soy de
pocas letras.
Y con un
tumba’o muy particular y entonando las
notas de El Cantante aquel señor se alejó de la mesa, salió del sitio y en un
abrir y cerrar de ojos no lo vi mas. Quedé impresionada con su presencia, con
su seguridad, con los lentes oscuros y me intrigaba saber más de él y de sus
historias. Le pregunté al mesonero que nos atendió si sabía quién era el hombre
con el que yo había estado hablando. Con asombro y burla, el mesonero me dijo:
- Ese es Héctor Juan Pérez Martínez, el
mismo que viste y calza los zapatos del chico malo de la salsa, La Voz: Héctor Lavoe.
- No puede
ser ¡Lavoe está muerto!
Y desperté
al final de la película sola en la sala de cine. Mi acompañante misterioso se
había levantado sin despedirse y yo decidí no criticar demasiado la cinta, al
fin y al cabo me había llevado a conocer al cantante que protagonizó el
soundtrack de mi infancia.
Fuentes
http://www.esto.es/salsa/historia/historia.htm
http://salsaclasica.com/hectorlavoe/bio.asp
http://oiganmigente.blogspot.com/2008/04/hector-lavoe-con-la-prensa-venezolana.html
http://foro.univision.com/t5/El-Mundo-de-los-Salseros/Coro-de-cr%C3%ADticas-a-Pelicula-El-Cantante/m-p/184367449
La
verdadera Historia de Héctor Lavoe - E! True Hollywood Story
http://www.youtube.com/watch?v=E3lKzF-NSSo
http://www.americasalsa.com/biografias/hector_lavoe.html
http://es.wikipedia.org/wiki/H%C3%A9ctor_Lavoe
http://oiganmigente.blogspot.com/2008/04/hector-lavoe-con-la-prensa-venezolana.html
Sólo algunas necesarias precisiones:
ResponderEliminarEl cantante de música jíbara, admirado por Hector Lavoe (e imitado por él a la perfección), se llamaba CHUITO EL DE BAYAMON.
El Sonero Mayor, único e irrepetible, fue ISMAEL RIVERA.
Hector y Willie (o wiwi como le decía Héctor), se conocieron a la edad de 17 y 15 años respectivamente (no de chiquitos). Con quien se conoció en la infancia fue con Papo Lucca, quien incluso lo acompañó en sus primeras incursiones artísticas en la Isla.
Cordialmente,
Fabuloso texto. Me fascinó. Héctor vivirá por siempre. Gracias por compartir.
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