Por Amira Romero
Tiene las manos cruzadas al igual que las piernas, discretas, con una grabadora al lado, espera a su entrevistado, nunca pensó que alguien así existiera. Se tensa cuando lo ve aproximarse encadenado de pies a cabeza, lo extraño es que no tuviera la máscara que le impide morder.
El sujeto se sienta frente a ella, la mira fijamente, la reportera se da cuenta de esa mirada aterradora pero a la vez atrayente; le impacta que un asesino de sangre fija, transmita atracción y cierta elegancia. Descruza los dedos y la piernas, para que no sienta la tensión; algo inútil, pues él ya desea sentir el miedo a todo esplendor; ingrediente principal para un buen festín.
-Pues…pues…buenas tarde señor…Ha…Harris…
-Hannibal…-interrumpe a la reportera.
-Ha…Hannibal…dígame por que empezó a matar, a co…co…
- Comer gente…sí, la carne humana es exquisita, su sabor es característico, algo inusual pero único, tendría que probarlo para que pueda entender mi fascinación.
- ¿Usted no siente nada, remordimiento tal vez por matar a sus víctimas?
- El miedo es el ingrediente principal para mis platos- Harrison, el fanático de Hannibal se levanta lentamente de la silla
La reportera también se levantan pero con miedo, retrocede un poco, como queriendo escapar de un inesperado ataque. Harrison se ríe.
-No le haré daño, solo quiero que pruebe mi plato, lo preparé especialmente para usted.
-No gracias, no tengo apetito.
- Es de mala educación que una bella dama rechace la invitación de un caballero, mire que tengo deseo a que me dé su opinión.
Un oficial entra a la sala con una bandeja tapada, la deja en la mesa y se va a pasos rápidos. El imitador de Hannibal alza la tapa; la reportera queda horrorizada, se levanta de sopetón y corre a un rincón, se agacha, trata de no vomitar, pero es inevitable. Le mira con algo de pena y satisfacción. Después de unos minutos la reportera se levanta y le da la cara.
-¿Qué significa eso, Sr. Hannibal?, es un cerebro humano. Como es posible que esta cárcel le permita hacer tal atrocidad.
-Digamos que tengo ciertos privilegios, o sencillamente mi compañero fue un mal educado, se expreso de manera inapropiada de una bella oficial.
La reportera traga saliva, mira con repulsión, el pedazo de carne humana, entonces recordó la escena en la que el doctor Hannibal Lecter abre la cabeza de su víctima, dejando mostrar el cerebro.
-¿Cómo lo mató?
- Matarlo fue sencillo, unas cuantas puñaladas y ya, pero comerlo fue lo mejor, primero abrí su estomago; su hígado es lo mejor que e probado a pesar de su vulgaridad; su exquisita sangre fue buen vino, aunque probé otros mejores. Y quise dejar la mejor parte para mi invitada especial.
-Esto es una cárcel, ¿verdad?
-Claro. Señorita, disculpe mi descortesía no le pregunte su nombre.
-Marian Romero.
-Coma, está bien cosido.
Marian agarra el cuchillo y tenedor, corta un pedazo, abre la boca y lleva el pedazo de cerebro cerca hasta que siente el humo caliente, el olor se cierne a sus fosas nasales, provocándole nausea, tira el tenedor con el pedazo de carne al suelo.
- No puedo, lo siento.
Él la mira con una frialdad pura, Marian se levanta de la silla y retrocede al mismo tiempo que él camina hacia ella.
- No me gusta la descortesía, agarra lo que preparé con esmero para usted y cómaselo, a no ser que quiere que la…coma - lo dice susurrando a su oído para luego pasar la lengua por su lóbulo y morder fuertemente.
La reportera grita de dolor y miedo, varios policías entraron y lo sujetaron luchando con esa poderosa mordida que amenaza en arrancarle el lóbulo.
Con dificultad la víctima logra soltarse del imitador de Hannibal, lleva su mano temblorosa hasta la parte afectada, no siente que su oreja esta completa, mira como el hombre con los labios llenos de sangre mastica el pedazo de oreja, la reportera agarra sus cosas en estado de shock y sale del lugar, ahora tiene la gran historia que le dará su asenso.
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